Los maravillosos Seguidores

viernes, 18 de julio de 2014

Pena de bandoneón

Bandoneón - Óleo de Alberto Bono
Y entonces me fui quedando dormido, más que dormido desmayado. Un día largo tuve. El tercero, si es que piden ustedes más detalles. Tanto buscarla sin más compañía que la senda de su perfume y el aire como a seda que deja un bandoneón. Ella es así, sólo vive el tiempo en que dura un tango. Después se desliza entre las sombras hasta la noche siguiente cuando vuelve a respirar entonces su cuerpo de neón. Paso el día entre broncas y cigarrillos y ella sueña. Sueña con volcanes y con otras gentes que no soy yo, que sólo salgo cuando galopa la luna hacia el garito aquel, que infame le queda chico.
Ella baila con todos y me mira. Y brinda con todos y me mira. Demasiado orgullo, señores, y lo trago a golpes de licor. A un lado una mujer de boca cruel y obscena recita las bondades de la vida. Lo hace con el tono pausado y estudiado de aquel que sólo busca atención y aprobación. La vida no es bella, papusa, qué te puedo contar… Y es mucho menos bella si ella baila con todos y sin mirarme.

Antes de matarme de pena manoteo mi arrugado paquete de Luckies. Un tipo con cara de perro y dedos de perro señala el cartel, maldito cartel, sobre la entrada. Nada que hacer compañeros, ni siquiera en el paraíso se puede fumar.
 
Río Gallegos - Junio de 2014

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